• 09/05/2024 23:00

Educación, diversión e inclusión

No cabe la menor duda, que la educación es la base para mejorar la calidad de nuestras vidas, pero además es fundamental para abordar las desigualdades, promover una sociedad justa, lograr la autonomía, el desarrollo sostenible, el crecimiento y progreso, lo cual se traduce en un polo generador de diversas capacidades

Me anteceden a esta entrega otras opiniones en materia de educación (ya he señalado sobre la convicción y fe docente en el proceso y lo creativo que demanda serlo), pero a mis sentidos, hoy, tintinea el tema de la inclusión, un concepto tan complejo y que reclama responsablemente ser abordado de manea integral y tal vez hasta con carácter de urgencia.

No cabe la menor duda, que la educación es la base para mejorar la calidad de nuestras vidas, pero además es fundamental para abordar las desigualdades, promover una sociedad justa, lograr la autonomía, el desarrollo sostenible, el crecimiento y progreso, lo cual se traduce en un polo generador de diversas capacidades y más importante aún convierte al ser humano en un brillante sujeto de diálogo constante.

Pensar en la educación en el contexto de cada período en la que se desarrollan los procesos educativos ha sido, es y seguirá siendo un desafío de alto nivel. La deuda que tenemos repercute en cada rincón de la sociedad panameña: en cada una de las comarcas indígenas, en lugares de pobreza multidimensional, con los afrodescendientes, con los más vulnerables, en los silenciados e invisibilizados y hasta subestimados en la profundización de las brechas de la inequidad, lo que revela que no se puede seguir cayendo en una sorda indiferencia.

La inclusión de las personas es un principio que exige la capacidad de mirar la diversidad desde el respeto a las diferencias y garantizar la participación activa de todos en los procesos educativos. Este último se constituye como una herramienta crucial para abordar contundentemente la desigualdad y promover una sociedad más equitativa. La inversión en una educación de calidad y accesible es esencial para allanar el camino hacia un país más justo.

Esa replicada educación de calidad debe tener un alcance más allá de la mera acumulación de conocimientos, su propósito fundamentalmente es habilitar a las personas para alcanzar su máximo potencial, enriqueciendo sus habilidades a través de un enfoque educativo que promueva la capacidad de funcionar de manera independiente. Y es aquí donde se derivan con enorme tosquedad preguntas de rigor: ¿estamos permitiendo a nuestros estudiantes aplicar sus aprendizajes con creatividad? ¿Qué tanto relacionan los estudiantes el conocimiento con la toma de decisiones y las soluciones de problemas en sus entornos? ¿Analizan los docentes los desafíos emergentes en materia de desigualdad? ¿Cuál es nuestra contribución en ese gran proceso de enseñar y de aprender bidireccionalmente?, de seguro habrá una gran confluencia de respuestas.

Teniendo presente todo lo anterior, es inherente que ese principio de inclusión se traslade a la educación superior en aras de desarrollar un modelo que abarque simultáneamente los conceptos de igualdad, equidad, accesibilidad y excelencia educativa. El modelo intercultural inclusivo ha sido desarrollado en el ámbito escolar para hacer efectivo el derecho a la no discriminación y a la participación de todos los estudiantes, independientemente de su condición social o cultural, de su género o de sus características personales, (Buitrago, 2023).

En ese sentido, en materia de educación superior, destaca la Universidad Especializada de las Américas (Udelas) que continuamente ha propiciado el enriquecimiento cultural de los ciudadanos, partiendo de una atractiva oferta de carreras como Educación Especial y Educación Bilingüe Intercultural (por solo mencionar algunas) que promueven con franqueza el intercambio de conocimientos, el diálogo, la participación activa y crítica que repercute en el desarrollo de una sociedad con amplia justicia social.

Basta observar los aportes de la Udelas para confirmar la construcción de una sociedad inclusiva. Esta universidad tiene 25 años, cuenta con cuatro interesantes facultades en el área de la educación y la salud y en la que se aglutinan una trascendente gama de profesiones únicas en Panamá. Tiene además cinco extensiones universitarias a lo largo y ancho del país, pero lo más interesante y que además ratifica este escrito es la presencia de programas académicos universitarios en las comarcas indígenas y en los lugares que históricamente han padecido de limitaciones de todo tipo y que ha desplazado el paradigma de la incertidumbre y de lo imposible por reales oportunidades en formación superior.

La Udelas sin pretender domesticar este tema y de la mano de indiscutibles líderes como Berta Torrijos de Arosemena y Juan Bosco Bernal, han afrontado esta realidad desde la óptica de la educación y en ese tenor ya existen resultados que evidencian la transformación de estructuras sociales que eran enérgicamente arraigadas y que con la creación de estos programas han abrazado sin temor a todo ciudadano panameño para avanzar hacia un futuro donde la diversidad, el reconocimiento de las diferencias y la autenticidad sean los cimientos de una sociedad más comprensiva, independientemente de su origen o identidad.

El autor es relacionista público y docente universitario
Lo Nuevo
comments powered by Disqus